Toda la vida he vivido en la costa. Primero en Calella y después en Blanes, primer pueblo de la Costa Brava. Así que el turismo ha sido un hecho que he vivido desde mi más tierna infancia. Y para ser sinceros, nunca lo había entendido. No entendía estos giris borrachos, con un panzón que no veas y bebiendo cerveza hasta caer rendidos.
Sin embargo, desde hace dos años que vivo en Austria y ahora lo comprendo.
En primer lugar, cuando vienen a visitar tierras españolas, el precio, para que engañarnos, es mucho más económico: aquí una cerveza te vale entre 4 y 5 euros en cualquier bar. En la «casa del Jamón», en Madrid, me he bebido una cañita por 90 céntimos. Y más o menos, puedes encontrar lo mismo en la Costa Brava. Así que hecha cuentas: el resultado es una cerveza detrás de otra por prácticamente nada de dinero.
En segundo lugar, para los «giris» todo son «snaps». Ellos están acostumbrados a beber cerveza, pero todo lo demás: whisky, vodka, ginebra y un largo etc, es decir, todo este tipo de bebidas que los españoles estamos tan acostumbrados como un cubata o un gintonic, ellos prácticamente no los beben. Estoy hablando de Austria. Para ellos hay tres tipos de bebidas alcoholicas: cerveza, vino y snaps (aquí entra todo tipo de alcohol que no sea cerveza o vino), pero realmente no están acostumbrados a beber a no ser que sea vino o cerveza. Los snaps los beben en vasitos pequeños, lo que en España diríamos chupitos. Y punto. Ah, sí, se me olvidaba, también beben el seckt, que es una especie de cava o vino espumoso. Pero nada, una copita, no más. Así que cuando vienen a nuestras tierras y empiezan a meterse en el cuerpo cubatas y demás, los pobres, realmente, no entienden nada de nada. Y al ser alcohol con muchos más grados, ya podemos suponer el resultado: borrachera tras borrachera.
Otra cuestión que nunca había entendido era cómo podían asarse cómo gambas. Ahora también lo comprendo. El sol, realmente es de otro tipo. Aquí se ponen una crema solar y tardan días y días en coger un poco de color. En España yo me he puesto morenita en una sola mañana. Además en España hay mucha más luz: más intensidad pero además más horas de sol. Aquí se vive en la más absoluta indigencia solar: es un día feliz si el sol sale entre tres y cuatro horas al día, porque lo normal es que no veas ni el sol ni el cielo azul en meses. Y esto afecta. Además hace un frío que pela, con las nevadas y demás inclemencias, por lo que normalmente no acostumbra a hacerse demasiada vida en la calle. A no ser que sea verano y entonces la gente sale en manadas.
Pero realmente la gente a aprendido a vivir: salen con nieve, niebla y con este tiempo que para los mediterráneos serían una condiciones cómo para no salir de casa en todo el día. Y que conste, que he visto desde críos de meses en el cochecito y nevando, hasta abuelitas octogenarias con la bicicleta. Lo cual, yo a mi edad, me acojono sólo de pensar en la mezcla nieve, hielo, bicicleta. Pero la octogenaria, que ha vivido toda la vida en el país, lo cierto es que no encuentra a faltar nada de nada.
Eso sí, tampoco son demasiado normales los casos así. Lo normal es que o la gente se tenga que quedar en casa con un depresión alucinante (sí, realmente medio país se emborracha también para poder «sobrevivir») o que salgan a hacer pequeñas compras para estar entretenido todo el santo día: un yogurt, un pote de leche, un lápiz. Lo que sea, pero salir: nieve, llueva o haga el tiempo que haga, porque pasarse 24 horas en casa lo cierto es que es durillo.
Para acabar de rematarlo aquí un café de media, en todos los bars y cafeterías te cuesta unos tres eurillos. A no ser que vayas al Mcdonals que entonces el precio se reduce a uno. Con estos precios, la cosa no está para irse a desayunar cada día fuera y leerte la prensa. Cómo mucho es un rollo que te puedes plantear una vez a la semana o al mes, según la economía.
Eso sí, aquí se vive, al menos donde vivo yo, mucho más cerca de la naturaleza. Le neura constructora que se ha cargado parte del paisaje español, aquí nunca se ha dado. Así que todavía se disfruta de naturaleza en estado puro aunque también mucho más peligrosa que el mediterráneo con sus medusitas. Aquí te puedes pelear con una avispa, y esta no para hasta que no te ha picado. Lo sé por experiencia propia… en fin, que ahora, tras dos años de estar fuera de España, entiendo el porque de muchas más cosas. Otro día hablaremos del famoso Kitsch, aquí tan normal… y de la libertad sexual, que aquí, realmente, es otra cosa.
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